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diciembre 09, 2009

Naturaleza picaflor

Sentada en una clase de sociología hace ya varios años, escuché una frase que comprendería tras algunos interesantes testimonios, que a boca de jarro, profirieron amigos y amigas mías, elevando sus copas y a veces sin el menor reparo: 'El ser humano es infiel por naturaleza'. Soooo, no te sientas mal , si a estas alturas del partido viste florecer algo más que cabello sobre tu cabeza. Lo dijo un profesional de las relaciones sociales, una persona que se ha especializado en estudiar y por tanto comprender, las actitudes y comportamientos establecidos dentro de una sociedad, no cualquier perico de los palotes que, con dos tragos encima, te empieza a florear mismo cómico ambulante para que le sueltes un sencillo.

Al principio, quise objetar esa lapidaria afirmación que mandaba al cacho toda esperanza de ser la única mujer en la vida de un hombre. Pero luego, y tomándomela con calma, la cosa no me pareció tan grave y poniéndome un poco exquisita, citando a Shakeaspeare: 'En la amistad y el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber'. Oído a la música, si la piensas hacer.

No, no te confundas y pienses que esto es una apología a los cachos, solo que tampoco podemos hacernos los angostos y pensar que nuestra media naranja nos es fiel incondicionalmente. Así que, mano en el pecho, has un remember (no, no te busques uno) sino me refiero a que hagas un recordaris , de cuándo es la última vez que tu mente, y siendo los más sanos, solo eso, se posó sobre otra persona que no fuera tu peor es nada. Ajá, aquicito no más, ya pues, entonces de una u otra manera, ya sacaste los pies del plato.

Ahora la cosa parece tener niveles, según un amigo conspícuo en la materia. La idea no es pregonar a los cuatro vientos lo pendenciero que eres y hacerte de famita. No, la cuestión va en dirección contraria. La infidelidad, según él, tiene que ser super caleta, y si es entre amigos, mucho mejor, así te puede tapar la cochinada, bajo la premisa que entre amigos, se perdona todo. Y esto va, para ambos casos, seas tu la pendenciera o el pendenciero insatisfecho.

Cuando escuchaba a mi amigo hablar con tanta naturalidad de la infidelidad (y no se porque se me vino a la mente la imagen del 'payasísimo tramposero' Kike Suero, con su famosa frase: 'ella es mi catedral, las otras mis capillas'), constaté que para algunos hombres, vivir con una infidelidad a cuestas, es como levantarte de la cama y ver que te ha salido un grano. Osea, te dura un poco el cargo de conciencia pero de ahi muere.

Para las mujeres, aquellas que me han comentado que no han podido con la tentación de meter la lengua en boca ajena, o que quizás lo pensaron pero no lo concretaron, una sonrisa nerviosa en su rostro delata algo de culpabilidad en ellas. No piensan confesarlo, pero tampoco se llenan la boca contando la hazaña, a diestra y siniestra. Sospechan que estuvo mal, pero deducen que nada les asegura que ellas no han sido las adornadas en otra oportunidad. Osea , estamos parches.

Por otro lado, no podemos dejar de lado, la platónica idea de que a partir de una infidelidad, pueda resultar una relación. Cuando veo el brillo en los ojos de una amiga, al contarme que pretendió ser infiel o que al final terminó siéndolo y que posiblemente ello se convierta en una relación, unas ganas de meterle un lapo en la cara limpia recorren todo mi cuerpo. Una infidelidad, para mí, es un momento de debilidad, de vulnerabilidad en la que tus sentidos te dominan, y la razón se queda en el último sorbo del vaso. Las ilusiones y deseos reprimidos también juegan en tu contra y el éxtasis del momento es la burbuja que, en alguna circusntancia, compartiste en la complicidad de tu relación formal. Osea NO WAY , que de ella salga tu próxima relación.

Además de una cuestión meramente arriolona y de 'pasarla bien', la infidelidad, según mi profe de sociología, se justificaba en tanto, un ser humano es incapaz de satisfacer a otro a plenitud. ¿¿¿Osea entonces ese floro que escuchamos en cuanta boda nos inviten, acerca de ser el uno para el otro, es tremendo cuento moralista y solo los empila para estar sonrientes en la foto???. Fuck.

A mi parecer, ello es obvio. Ninguna persona nos puede complementar en un 100%. Siempre admiramos y deseamos las características, los anhelos, las actitudes y obviamente las formas de otras personas, quien diga que no es así, pues que no se haga el pelotudo o pelotuda pensando en que quedará bien. Ahora ello tampoco justifica que cojas tu carrito en el supermercado y empieces a probar a diestra y siniestra, lo que hay en el mostrador. Es una cuestión de actitud, de ver y no tocar, de admirar y no meter diente.

Con todo lo dicho, cometida la infidelidad, perdonarla, es otro cantar, pues más allá de zurrarse en todas las murmuraciones que ello acarrea, el perdón -considero- debería ser una actitud que no presione al corazón - ya muy cagado para ese entonces- sino una tocada de puerta a la razón y una mirada al interior de uno mismo para saber en qué la cagué o qué la podría estar cagando.

Las infidelidades, si ocurren por estar en la naturaleza del ser humano, así como una violencia innata o un morbo enfermizo, creo que pueden ser controladas. Ya si resulta que tus instintos sexuales dominan tu ser, anda a bañarte con agua fría, o simplemente deja colgado el cartel de compromiso y dale trámite a cuanto calzón y/o calzoncillo se te cruce. ¡¡¡¡ENFERMAZO (A)!!!!!