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diciembre 14, 2008

Hormonas ejercitadas

Hace unas semanas, un amigo me regaló unos pases libres para acudir a un conocido gimnasio. Es la época pues en la que medio mundo se empieza a estresar con bajar de peso, endurecer las carnes y marcar ciertas zonas, para que dizque estar 'en forma' en los calenturientos meses que se avecinan.
Particularmente debo confesar que nunca he pagado ni un sol por acudir a uno de estos lugares, ni por un mes siquiera para probar como es esa nota. Y las veces que he pisado uno ha sido por estos benditos pases que llegan a mi mano de una u otra manera. Sin embargo, estando allí no puedo negar que toda esta onda tiene un cierto encanto, un bienestar desde distintos puntos de vista, una adicción poco manejable para algunos y un disfrute lúdico para otros. Pero aún con todo esto, la idea de incorporar una rutina de ejercicios físicos en mi vida -bajo la presión incluso de terceras personas- parece flotar aún en el limbo.
Bueno, la cuestión es que los pases eran sólo para un fin de semana, pero supuse que podría quemar la misma dosis de calorías haciendo 'mis propios ejercicios', así que decidí ir un domingo por la mañana. Debo acotar que no cuento con la indumentaria elástica necesaria, asi que enfundada en un buzo y un polo pequeño sali del camerin con la mejor de las sonrisas, pues ver gente tan motivada una mañana dominical, contagia a cualquiera.

En cuestión de minutos, tenía frente a mí a Fabiano, quien se presentó como mi personal trainner. Fácil vio mi cara de desubicada o de de muy emocionada y dijo: 'esta es nueva'. Le indiqué que en efecto, lo era y que por favor me sugiriera cuál podria ser mi rutina sin correr el riesgo de quedarme con medio cuerpo paralizado o con una chiripiolca en mitad del ejercicio.
El hecho es que estar ahi durante hora y media fue suficiente para comprobar lo que alguna vez pensé: acudir al gym tiene de cierto modo un trasfondo muy, pero muy sexual. Cuerpos sudados, músculos marcados, ropas apretadas, miradas y movimientos sugerentes y hasta poses, sí poses, insinuantes para realizar ciertos ejercicios es lo que encuentras al frente, al costado, atrás y adelante. Están por todos lados, claro que definitivamente este panorama se atenuó notablemente al día siguiente, lunes por la noche, cuando el espacio parecía insuficiente para albergar tanta humedad.
Claro está que también vi cómo algunos se concentraban, mismos Rockys Balboas -salvando las distancias claro- en sus ejercicios con las máquinas. Otras flacas que, siendo muy delgadas querían quemar ese fucking rollo que creo que no es otra cosa que el intestino grueso marcándose en el pellejo, pero para ellas es el puto rollo que nunca baja. Yo la verdad me divertía mucho con la música, y con las series que ponían en las teles que están cerca a las máquinas de spinning, pero el calor parecía aumentar, el oxígeno faltar y la imaginación volar.
Se supone que debía acudir el martes, pero los tiempos se me complicaron. Sin embargo, al comentar esta experiencia con amigas, sus gargantas empezaron a salivar al preguntarme acerca del instructor, de los patas que iban, de los bien formados cuerpos y de toda la nota sexual del asunto. Obviamente que yo no podía mostrarme ajena a ello, porque en definitiva esa carga está presente, hasta omnipresente diría, está en cada rincón de ese espacio alfombrado, el olor a sexo está encapsulado y las hormonas flotan como pequeñas burbujas en el aire. Incluso mi amigo gay me contó -inflando su peludo pecho- que ya se matriculó en el gym. Le dije: si pues ya se viene el veranito y hay que bajar estos rolletes y me dijo: juat???? naaaa, se viene el verano y hay que conocer chicos. Osea.... Plop!

agosto 17, 2008

Let's talk about sex!!!

Hablemos de sexo. Let’s talk about sex. (...) Mano en el pecho y confiesa qué tan difícil se te hace mencionar la palabra clítoris sin susurrar. Confiesa además las veces en las que te has animado decir –fácil luego de varias copas- las poses que hiciste la última vez que tuviste relaciones. No pues, aquí en nuestra pacata sociedad, no nos gusta mucho hablar de ello. Aunque eso está cambiando. Grande, gorda Rampolla!!!!

De un tiempo a esta parte y gracias a un grupo de nuevo amigos, hablar de sexo se ha vuelto algo cotidiano en mi vida. (Qué enferma!!! Dirán algunos, a los que yo les respondo con un contundente: rico, pe!). No habíamos destinado una hora del día para ello, podía ser tempranito, al leer los titulares y ver las didácticas figuritas y nada sugerentes fotos de los diarios chicha, o quizá luego del almuerzo, para ‘digerir’ mejor, aunque la hora punta era casi ya al matar la tarde, cuando empezaba la joda acerca de lo ‘productiva’ que podía ser la noche. Todas las conversaciones terminaban con sonoras carcajadas, como si recurriéramos a hablar de ello como terapia contra el stress laboral.

Muchos dirán que rica chamba, así cualquiera. Pero el detalle es que las conversaciones no giraban sólo en torno a la joda vulgar, atrevida y cachacienta, sino que era interesante escuchar el punto de vista de cada uno, oír las experiencias liberales, libertinas y conservadoras pero que en todos los casos se percibían sinceras –o al menos así parecía- en la mayoría de ellos.

Los temas solían no tener parámetros y siempre uno llevaba al otro. Siempre había algo que contar, ya sea de cosecha personal o quizá para no quedar en roche, le anteponías el ‘tengo un amigo, o tengo una amiga a la que…’ y ya zanjabas el asunto de que te lo consideren como cosa propia. Debo confesar que muchos de los post de este blog –iniciado justamente durante mi estadía por estos lares- surgieron de esas chácharas matutinas y vespertinas.

Amor, sexo. Sexo, amor. En algunas ocasiones prevalecía las conversaciones sexuales sobre las amorosas y en otras, todo lo contrario. Pero de igual forma, todas terminaban en sexo. Saltaban las posiciones machistas, las feministas, incluso aquellas en las que se golpeaban el pecho y terminaban con un: soy virgen lo que hacía estallar la risotada masiva acompañada con un: Ni por los oídos oe!!! (Qué faltosos!!)

Extrañaré esos debates –en algunas ocasiones alturados- acerca de hacer el amor vs tener sexo, la importancia del miembro, la experiencia de la señorita en cuestión, la virginidad, la necesidad de tener un amigo (a) cariñoso (a), las variantes (bastantes hardcore, asuuuu que maleados!!) de las clásicas poses, liges de una noche, la infidelidad (claro la justificada y la injustificada, qué conchudos!!!) etc, etc, etc.


Era un focus group cotidiano, un microuniverso de pareceres y placeres, una muestra integrada de nuestra sociedad, donde se tiraban piedras –rocones en algunos casos- flechas, se avivaba el fuego, se ponían paños fríos y las indirectas y directas eran de todos los calibres. A esas conversaciones tenías que acudir con el sable desenvainado, cuidando de no caer en contradicciones porque no había tregua que dar, te agarraban de punto y estabas hecho, tenías que buscar la forma inteligente y nada sutil de jugar la pelota hacia otro lado. Te ponías en evidencia y eras atacado por una suerte de orcos sacados de la trilogía del Señor de los Anillos. Despiadadamente sinceros, cachosamente honestos.

Pero había amor y en todas sus vertientes. Habían historias de amor que contar, que comparar, que superar incluso. Y para ello, también había tiempo de discutir. Había que exponer el corazón en carne viva y confesar: me cagaron y yo cagué. Nos poníamos feeling, soltábamos un suspiro y ya de vuelta al sexo. Por Dios!!! ¿dónde estamos? me decía mientras estiraba la carcajada.

Aprendí a hablar y a escuchar de sexo. A comprender, a tolerar, a refutar y contradecir, a defender y justificar, pero sobre todo a comprobar que existe lo uno y lo otro. Quizá algunos prefiramos el sexo, otros el amor, otros huyamos de lo primero y nos refugiemos en lo segundo. Hay de todo, pero hay que hablarlo y eso lo aprendí con estos amigos, por eso los llevo en mi calzón, digo, en mi corazón.


Añitos más, añitos menos...

Cuando cumplí 21 años, recibí de mi mejor amiga una tarjeta con un mensaje que me causó una sonora carcajada: ¡estamos viejas! debemos buscar sangre joven para permanecer bellas. En ese tiempo, la cuestión no pasó de ser más que una anécdota, pero sarcásticamente esto se volvió de alguna manera en una realidad. Mi enamorado es tres años menor que yo.

Embarcarme en esta nueva experiencia amorosa me ha costado chantarme con toda la sinvergüencería del caso que me gasten un sinfín de bromas, chapas, indirectas, miradas inquisidoras, etc, etc. Es mas, dos amigas muy cercanas siempre están con la lanza afilada para sacarme al fresco y decirme en la cara limpia y pelada: a qué te llevará esta relación (¿?) Pero en fin, prefiero nadar contra la corriente y ver qué sucede.

Sin embargo, no han sido pocos los minutos que ´pegada´ en la combi, me he puesto a pensar los beneficios y perjuicios que una relación con una persona menor –siendo mujer claro está- me puede traer. (Mano en pecho, esta es la segunda relación que tengo con una persona menor, la anterior tenía dos años menos)

Incluso me cuesta creer que chicas de mi generación prefieran mantenerse solas antes de si quiera intentar salir con un chibolo. ¿para qué? ¿a qué me lleva eso? O sea en definitiva les aterra la idea de que el chibolo en mención les mueva el piso, se los sacuda, se los baldee y encima las dejen. Quizá en buen cristiano, uno mayor, un treinton medio webas pero con un presente definido y un futuro promisorio si pueda hacerlo, pero un chibolo JAMÁS.

Quizá el mayor problema que se presente es que cuando él venga con todas las ganas del mundo para pegarse ´la bomba´ , tú ya lo hayas superado con creces con más de una anécdota de cómo te la pegabas tú hace algunos años. O cuando te comenté las ´jodas´ que hace con sus amigos, y pienses que las tuyas fueron mejores o quizá cuando te quedes tarareando alguna canción de El General, y él diga, si pes mi hermano mayor estaba en toda esa onda. Plop! Te cagó.

Si pues, los años pasan y no en vano. Eso ya lo viviste. Eso ya fue para ti, pero para él es su ahora. También debes reconocer que tu mente ya está volando de cómo quieres entrar a los 30, si acaso ya no estás en ellos. Tus relaciones familiares, laborales, amicales y amorosas buscan establecerse, mientras que las de él están en todo el proceso de descubrimiento, del probar de esto y de aquello. De dejar cosas inconclusas, y de emprender nuevos asuntos. Lidiar con todo eso, tragarse estos sapos, no es un negocio fácil ni rápido, toma su tiempo y quizá las ganas de mandar todo al cuerno te pasen más de una vez por la cabeza, pero también tienes cosas a tu favor.

Una relación con una persona menor, quieras o no te brinda nuevas luces de determinada situación, empiezas a tomarte la vida más a la ligera y con ello no es que te vuelvas un inmaduro, pero sientes que la tolerancia se va colando de a poquitos en tu vida, sientes que la vida no es solo una proyectada a mil por hora, sino que se construye de a puchos y con su buena dosis de irreverencia para meterle sazón.

Tampoco es que uno se considere una chiquivieja, sufi con la tía Bozzo, pero en tiempos en los que priman otras cuestiones en la vida en pareja, la diferencia de edades no es la piedrita en el zapato para avanzar en la senda amorosa. Diferencias habrán siempre, y es muy cierto que la edad y sobre todo la experiencia personal es un factor importantísimo, pero chicas, levantarse mojada de vez en cuando (no en sentido literal, malpensados!!!!!) sino por el hecho de entablar una relación con alguien menor no es cosa del otro mundo, ni jalado de los pelos. Asi que prejuicios out y atención Wawawasis, que la cacería de niños ha comenzado.

Como ser un looser y forrarte los bolsillos por ello

Hace algunos años, junto con una amiga de la universidad, caímos a una chupeta organizada por un profesor de la facultad, la cual fue denominada, 'reu de camaradería' o algo así. El asunto era fácil, con el pretexto de hacer un balance del curso, el profesor nos citó en el Juanitos de Barranco para compartir algunas chelas.

Cuando mi amiga y yo llegamos, él ya estaba ahí con un amigo. Nos sentamos en una mesa y las chelas empezaron a desfilar. Los minutos avanzaban y los demas exalumnos iban llegando; conversamos del curso, de la política, de la universidad, de fútbol, etc, etc, etc. Cerca de la medianoche (empezamos a las 10 casi) el profe fugó por unos minutos y luego regresó acompañado de una chibola. Claro está que la chiquilla fue presentada como una amiga, pero obvio que era más que ello. Las actitudes melcochonas los delataban pero la sorpresa tuvo que ser disimulada. Casi a las 2 de la mañana cuando todos emprendian la fuga, en jugada maestra y solapa, el profe y acompañante desaparecieron antes de que empiece a circular la pregunta post chupeta ¿y adónde vamos?.

De lo acontecido, han pasado cerca de cinco años y en todo este tiempo, he visto como este profe, ha hecho del relato de su vida amorosa y sexual la fuente de sus ingresos y quizá -más adelante-lo sea de su riqueza, porque el melodrama y malo, encima, vende en este pais. Ahora tiene un bestseller, es invitado a cuanta conferencia de tinte rosado se programe, su blog es el más leído del Perú, es catedrático de una universidad y ahora editor de una sección del periódico más importante del país. En otras palabras, es un completo winner pero envuelto en el cuerpo de un looser.

Carisma es lo que le sobra. Escribe muy bien, es entretenido, fácil de leer y tiene una sonrisa de ganso que nos vuelve locas. Tiene esa pinta de chibolo buena gente, cortés, inteligente, con quien podrías pasartelas horas de horas conversando y apuesto que si le interesas, al día siguiente estaría atándose las manos para no mandarte ese mensajito de texto que diría: 'fue lindo ayer, espero estés bien y quizá podamos vernos pronto'.

Luego de aquella chupeta barraquina, no me lo he vuelto a cruzar en alguna salida nocturna. Mas si en la universidad, y en algún otro evento cultural, claro está nunca solo. Sin embargo, luego de leer algunos de sus post, y escucharlo en algunos medios de comunicación donde ha sido caserito por todo el boom de su blog (hasta Beto Ortiz se lo quería comer con zapatos y todo en su programa) me cuesta creer que sea tan looser en las lides amorosas.

Sin embargo, la última vez que lo escuché fue para la presentación de un libro de una argentina titulado ¿Quién entiende a los hombres?. Como era de esperarse se requería de una voz contraparte que le hiciera la guerrita a las féminas del panel que atacaban sin piedad a los pobres hombres ahí presentes. Al susodicho le restó atajar todos los disparos directos y hacer uno que otro amague para evitar las pifias del respetable.

Con dicha actuación, me quedo bien en claro que este especímen vino quizá con un cromosoma x de yapa, pero no hay de que lamentarse si con ello puedes tener un público lector cautivo, parecer inofensivo (porque en todos sus post termina más cagado que palo de gallinero) y encima forrarte los bolsillos contando tus desdichas. Buena estrategia de este caballero que ya descubrió que la poesía no vende aquí pero que el drama bien escrito y entretenido –con sus dosis de figuretismo- sirve para pararte la olla. ¿Si o no Renato?

junio 29, 2008

Helga in love!!!!


Me tocó. Helga se enamoró. Y esta vez Arnold no la choteó (al menos todavía la aguanta). Luego de iniciar el año con algunos baches en el terreno amoroso y un puntapié final que pensé que me mandaría al mismo desierto del Sahara del amor, conocí a un Arnold, muy peculiar y de una manera poco común.
Nos habíamos visto en tan sólo una oportunidad, y esa vez, sus ojos miraban a otros ojos, deseaban a otros labios y en resumen, su artillería estaba dirigida a otro objetivo.
Sin embargo, como a la vida le encanta sacarme la vuelta, nos cruzamos en una segunda oportunidad y en ella, los diálogos que entablamos fueron los más lúdicos que he tenido en mi vida. Me sentía en un programa de tv de preguntas y respuestas, pero para sorpresa mía, no escuchaba el pitillo cagón de error- error- error.
Paralelamente la conversación estaba salpimentada por silencios que se resolvían con el tarareo de alguna canción o con el compartir las pitadas de un fallo. Luego venían algunas risas, más fotos, menos diálogos y más miradas. La noche era joven y yo me sentía que ya no lo era tanto. Luego de un día de chamba, lo menos resuelto es una trasnochada en el centro de Lima, a varios kilómetros de casa.
Las ganas que teníamos por compartir el taxi solo los dos se esfumaron cuando escuché mi nombre y la orden de detenerme. ('Ya fue', dijimos al unísono) De regreso a casa y ya en un taxi compartido, restó quedarnos en silencio pensando en la mutua compañía, en ese beso que sólo fue de prueba, en esas ganas -sazonadas por varias chelas- de volvernos a ver y conversar de muchos temas.
Han pasado 5 semanas de aquel encuentro y seguimos viéndonos, seguimos dándonos besos interminables, seguimos con la mañosada (con cariño!!!!) de siempre, seguimos pensando en las cosas que nos joden y en las que nos joderán y siempre caemos en un 'bueno, si duramos haremos esto y lo otro...' siempre con esa inseguridad de todo comienzo, pero también con esas ganas de saber que lo bueno se está viviendo y -quizá- lo mejor aún está por venir. Te quiero.

junio 08, 2008

No saben, no opinan


¿Cuántas veces se te ha podrido el hígado, partido el corazón y roto la cabeza pensando por qué tu pareja no se da cuenta de una situación jodida entre los dos? ¿o es que acaso, somos nosotras unas eternas paranoicas que siempre estamos 'pensando de más'?.


Me ha pasado, te ha pasado y apuesto una lonjeada de mis onerosas mejillas a que TODAS han pasado por esto. Hay un roche, una situación incómoda, unas palabras no dichas, un silencio super incómodo, unas miradas indiferentes, pero para ellos all it's alright, todo está bien. Y para concha, terminan diciéndote: ¿quéeeeee? osea ¿qué fue?. Plop.


Empiezo a pensar que o 1) no entienden indirectas (esta opción va a la cabeza) o 2) nosotras tenemos esas enfermizas ganas de dejarlo todo bien claro y no dejar lugar para duda alguna. Pero juro que hay momentos en los que es OBVIO que algo no marcha, que algo está fallando, que hubo palabras y actitudes que ameritan una explicación (al mejor estilo de Condorito) pero no; simplemente, aquí no pasó nada, para ellos, no hay nada que explicar, no hay porqué pedir disculpas, las cosas no fueron así, en conclusión: una está loca.


Quizá sea falta de comunicación pero por dios.. sería genial si tan solo echarán algunas señales de humo y nos dieran a entender que por lo menos está la intención de un cruce de palabras. Sea como fuere, sepan ustedes -hombres- que no hay mayor concentración de bilis en el cuerpo de una que cuando sentimos la necesidad de expresar la disconformidad de algo y sentimos que somos las únicas que queremos arreglar la situáción, o peor aún, cuando nos damos cuenta que ustedes lo resuelven con un: aquí no pasó nada.


La sangre nos hierve, los ganglios se nos inflaman, los dientes nos rechinan, granputeamos a todo el mundo o en su defecto nos colgamos un letrero invisible que dice 'mujer empinchada: no molestar', y siempre terminamos preguntándonos: ¿por qué carajo son así? o ¿acaso debemos nacer con un chip para descifrar lo que en sus ininmutables mentes pasa?


Quizá nosotras pequemos -muy a menudo- de no ser claras, de mandar indirectas recontra caletas, de lanzar miraditas medio en broma , medio en serio, de hacer sarcasmos, de mordernos la lengua antes de decir las cosas que realmente sentimos y pensamos, pero es que creemos que es obvio que ustedes se darán cuenta y nos buscarán y podremos 'arreglar' el asunto. Pobres ilusas y pensar que los chanchos vuelan y que Perú irá al Mundial.


Por ello, he iniciado una cruzada denominada: Tacle directo. Nada, ahí sin anestesia y sin mucho floro de por medio, zas, las cosas como son, al mejor estilo Sprite. Claro está que tampoco es ir con la pierna en alto y despotricar a diestra y siniestra, pero ya me cansé de las medias tintas, de los floros termales y de pensar que 'ya se dará cuenta y hablaremos del tema'. No señoras y señoritas, tomemos a los toros -toretes en algunos casos- y saquemos al fresco las cuestiones que nos hinchan las pelotas (las de arriba en nuestros casos). Así de simple, pues no vale la pena estar quemándonos las neuronas y haciendo hígado por las puras.


Ojalá no más que la paciencia para aplicar este método dure tanto como la botella de aceite y no terminemos patiendo el tablero antes de tiempo. Paciencia y buen humor.

abril 18, 2008

A la camita!

Hace algunos días, leí con sorpresa, que se han cumplido 10 años de la existencia del Viagra. ¡Palmas compañeros! dirán algunos y con justa razón, pues fácil que por ahí le deberan más de un polvillo al mencionado medicamento. Sin embargo, esta noticia me trajo a la memoria ciertas frases de amigas, despechadas y muy piconas, con relación al desempeño sexual de sus parejas y/o eventuales acompañantes.

¿Qué pasa, señores? ¿Será que las chicas nos hemos vuelto muy pedilonas?, ¿será que no tenemos ni un ápice de comprensión para con nuestros desfallecientes novios?, ¿será que mientras más stress y responsabilidades tengamos, más se incrementa nuestro apetito sexual? o quizá sólo es una temporada de 'capa caída' en la población masculina. Epa, tampoco caigamos en generalidades, pero de hay muñecos alicaidos, los hay.

Las señoritas en cuestión, muy aplicadas ellas y dignas representantes de la PEA (población economicamente activa, para quienes no sepan) manifestaban, cachacienta y lastimeramente, el pobre desempeño de sus otroras tigres sexuales. 'Se viene en one, y de ahi a dormir', 'Sólo puede uno porque dice que está muy cansado', 'A veces sólo prefiere quedarse a dormir'... osea... juat?????

Seguro que para cuando algunos caballeros estén leyendo estas líneas, estarán recordándome hasta mi última generación (contra a ellos), pero esa es la verdad señores. Bueno, la verdad de algunos cabe resaltar, quizá no de muchos, quizá no de pocos. Pero, pongámonos una mano en el pecho y reconozcamos que el día a día te agota, te estresa, te pone de mal humor, y lo único que se quiere es un buen duchazo y zas! a la cama, pero a dormir!!!!!!! Sin embargo, es también muy cierto, que es ahí cuando las mujeres tenemos más ganitas, estamos con los poros abiertazos, con la piel recién humectada, con el perfume en los rincones del cuerpo y susurrando sandez y media con tal de encender la llama.

La mechita prendió, y oh! maravilla, parece que la noche es joven y el divertimento sexual recién empieza. Pero el reloj ya marca la 1 de la madrugada y: 'mañana se tiene que trabajar' y 'tengo muchos pendientes', y 'hace días que no estoy durmiendo bien', y 'el jefe me ha citado mañana temprano' y 'mejor el fin de semana' y de pronto, zas! se quedó dormido. So... ¿qué fueeeee? Mejor dicho, ya fue señoritas, así que recoge tu calzón no más y metete debajo de las sábanas que ya está empezando a hacer frío.

Vaya pues que el panorama está cambiando, pero no se arrochen, ni se achoren señores que también tienen derecho a tirar la toalla de cuando en cuando, pues ya hubo un tiempo en el que el clásico 'tengo dolor de cabeza' resultó ser el floro perfecto de las niñas cuando querían evitar un encuentro sexual.

No creo que haya necesidad de una pepita de Viagra -todavía- porque les concedemos la duda de que sea una cuestión de absoluto cansancio y no tanto una disfunción fisiológica. Quizá la mente esté por otros lares, quizá el sueño esté retrasado, quizá simplemente se quiera dormir y con justa razón, pero no lleguemos a extremos señores y por favor y lo más importante, no se les ocurra una bajada de motor a medio camino. No way!!! Una buena comunicación, un tanto de comprensión, sumados a un termo de leche de pantera, pueden ser las opciones para evitar estos problemillas. Suerte, provecho y servido.

abril 13, 2008

Cómo ser pendejo y no ¿morir? en el intento

Hace más de un año, que recorriendo calles miraflorinas, me encontré con un viejo amigo de universidad. Habían pasado años de no vernos y la última vez que lo ví, estaba de la mano de su novia, la dulce Pao. Cuando nos encontramos, conversamos de todo y claro está que el tema de los amores salió a la luz, me comentó que se había dado un tiempo con Pao, pero que extrañamente se sentía -a diferencia de ella- muy bien. Decía no extrañarla, no pensarla mucho, y que empezó a creer que lo suyo era más costumbre que amor. Días más tarde de ese encuentro, me confirmó que lo suyo con sweet Pao, había terminado.

Nuestra amistad tuvo una cercanía por aquellas fechas, yo andaba media confundida y empezaba una relación con un amigo y él ponía punto final a la suya después de varios años. Sin embargo, me sorprendió cuando, muy fresco él y con una filosofía alpinchista al tope, me confesó que había decidido -porque para él fue una decisión- convertirse en un gran pendejo.
Osea, nunca la había hecho, nunca se había portado mal y ahora, quería convertirse en la trucha versión de Caligula. No pes, yo solté una carcajada, que lo avergonzó y lo hizo pensar en que quizá nunca podría serlo. Le dije en su colorada cara que, para mí, un pendejo nace, no se hace. Él, me tiró un lapo y me invitó un helado.
La risotada que mi amigo provocó en mí, no fue gratuita. Tan solo su actitud, nada creíble, de querer ser algo que nunca fue, ya era un símbolo de que nunca podría serlo. No pues, los pendejos y pendejas (éstas últimas en franco ascenso) son una especie que tiene la careta bien puesta. No se hacen bolas, paltas, no quieren compromisos, todo es de momento, se vacilan y no buscan más. Ojo que no es que piensen que pueden pasar toda su vida así, pero si todo se presta 'para la cochinada' pues bacán. Es un Carpe Diem constante. Claro que se enamoran y sufren, pero no dejan que el resto vea esa faceta.
Ahora, los hay públicos y otros caletas, y sus actitudes los desnudan desde la primera salida. Un pendex, no llama entre semana para tomar un café, para ir al cine o para asistir a alguna exposición. Eso es un afán o una verdadera amistad. El o la pendex te timbra los fines de semana a media madrugada, te manda msjes calentones por msn, te pone comentarios jodas en el jaifai, pero ojo no pregona que lo va a hacer. Él o la pendex hacen la cita en one, sin preámbulos, actúan de momento, por impulsos. I want satisfaction, right now.
Pero, ¿qué haces cuando te enamoras de uno (a) así?. Ahí está el detalle, como diría mi tío Cantinflas. No pes, así no corre. Así no juega Perú. O peor aún, ¿qué pasa cuando un pendex se enamora? Pero eso es otro rollo. Aquí el asunto es que ser o comportarse con un pendex, no es una actitud que puedas decidir u optar. Mas aún si nunca la has hecho y ahora la quieres hacer, los resultados pueden ser desde funestos hasta patéticos.
Luego de meses de aquella conversa con mi amigo, hace unos días me lo volví a encontrar, de la mano también, pero esta vez de una simpática cheff. 'Nos debemos una conversa', me dice. 'Claro que sí', le digo. Di unos pasos más y m pregunto, qué habrá sido de su intento de hacerse el pendejo, porque al parecer, no le duro mucho. Total y que por ahí le aplicaron el dicho: para pendejo, pendejo y medio.

abril 06, 2008

Tu, la Novia que nunca fuiste y Yo, el Novio que nunca seré

Hace unos meses, y acompañados de varias latas de cervezas, un viejo amigo -Lu- y yo tuvimos una conversa, a la que siempre vuelvo cuando el corazón me da de pataditas. Resulta pues que años atrás, la química que nos envolvía era tan ambivalente como la opción política de varios de nuestros congresistas.

Cruzábamos miradas de manera jodida, nos buscábamos por sonseras, nos reíamos de tonterías y las chelas siempre nos ponían a tono. Pero él, se encargaba de restregarme en la cara que ya había conocido al amor de su vida, osea, entérate Mili, que tú solo eras un gusto. You go it? Sin embargo, han pasado años de eso, y durante este verano, la química parecía encenderse de nuevo, pero esta vez, con bajos niveles de pirotecnia. El asunto que me rondaba el cerebro mas que el bobo era: ¿Siempre existirá esa química que hubo alguna vez entre dos personas, aún cuando sus vidas puedan desarrollarse a millones de kilómetros y existan otros personajes en sus historias?

La veritas era que para cuando tuvimos esa conversa, yo ya no sentía esas mariposas que, años atrás, pudieron lanzarme a sus brazos con el firme propósito de mandar a mudar a la susodicha dentro de su corazón. No puedo negar que aún me parecía un tío interesante (sólo con él me puedo sentir ignorante de varios temas) pero lo veía y algo en él no me cuajaba. Las chelas iban y venían y esperaba que hicieran efectos para poder cerrarle los labios con un beso y sentir lo que alguna vez nos mantuvo sin habla por varios minutos, sin embargo, eso nunca ocurrió.

Ambos coincidíamos que las oportunidades de fusionar nuestros caminos nunca fueron las ideales, pero también caimos en un mutuo reproche de que nunca nadie hizo más de la cuenta por sobrepasar la barrera de los 'amigos con ganas'. Palteos superados, la conversa fue relajada y sazonada con varias risas de por medio y miradas honestas, pero yo seguía preguntándome, ¿a donde se fueron esas fucking mariposas, que muchas veces me hacían parecer una estúpida frente a él y que me hacían ensayar respuestas edulcorantes, en caso él se animáse a decirme si quería ser su novia? No había. No more.

No puedo negar que quería verlo con otros ojos, quería que funcionase, aunque sea sólo por esa noche, pero mi cabeza y los tumbos de mi corazón -para esas fechas- ya tenían nombre y apellido. Recordaba además, ya rumbo a casa, las veces en que terminaba una relación (o me terminaban) con el firme propósito de quedar como amigos. Me preguntaba, si acaso volvía a ver a alguno de mis novios, si aún existiría esa química que nos unió. Si bien es cierto, Lu nunca fue mi ex, estuvimos cerca de serlo, pero no. No obstante, luego de esa conversa sí sentía que podía verlo como amigo, que las mariposas ya se mandaron a mudar hace rato y que nuestra química, con el paso de los años, no será mas que un buen recuerdo.

No hemos vuelto a tener una conversa tan intensa como aquella, además él ahora anda encandilado con una nueva relación y yo por otros lares. Sin embargo, si me atrevo a concebir la idea que lo que no fue en su momento, nunca será, por tanto la frase con la que cerró aquella noche de verano no pudo ser mejor: 'Tú eres la novia que nunca fuiste y yo, el novio que nunca seré'.

Celos de una BiGirl

He aquí una colaboración solidaria de Stinky, amiga de Helga y su particular punto de vista acerca de los celos de los que ha sido presa!!!! osea.... SIN COMENTARIOS.
¿Quién las entiende? Creo que no hay nada peor que una amiga bisexual o lesbiana celosa.
Los celos de estas peculiares amigas, creo saber y poder afirmar, que ¡son peores que los celos masculinos!

He aquí mi hipótesis: una amiga bisexual o lesbiana no sólo te ve como una simple amiga con la cual puedes chismear o reírte, sino como una potencial conquista, agarre, tire o posiblemente…novia.

Entonces, ¿Qué pasa cuando conoces a otra chica fulanita? Te haces amiga de ella, se llevan de puta madre, se ríen, son uña y mugre, todo muy lindo. Aquí empieza el drama, si así como lo leíste, D-R-A-M-A.

He divido los celos en 4 etapas: la primera etapa, conoce a mi nueva amiga.
Claro, nosotras las chicas nos contamos todo entre amigas, entonces, porque excluir de contarle lo genial que te llevas con fulanita a tu amiga. He aquí el comienzo, pues a tu amiga, fulanita no le cae bien, entonces empezará con los comentarios irónicos y sarcásticos para hacerte sentir su molestia.: “Claro, ahora vas al shopping con fulanita.” “ Ah si, el otro día con fulanita bla bla.” Yo deduzco que lo que le pasa a ella es como una especie de erupción interna de celos que va descargando mediante sus comentarios acerca de fulanita.

Una vez pasada esta etapa, donde claro, tu te das cuenta de la actitud que tiene hacia ti, le planteas cuál es su problema, porque tanta bronca hacia fulanita. Etapa número 2: ¡Me siento reemplazada! ¡PLOP!

O sea, ante semejante revelación, lo único que te queda decirle es que no piense eso porque tu la sigues queriendo como amiga, que las cosas no han cambiado de tu parte, que nunca la vas a reemplazar, etc. Todo ese rollo que suena a floro barato pero que es cierto pues ¿no?

Bueno, listo, según tú, problema resuelto, borrón y cuenta nueva…pero NO!!!!! Esto da solo el pie a la tercera etapa de esta cadena celosa. La próxima vez que quieras contarle algo sobre fulanita automáticamente ocurrirá el distanciamiento. Tu amiga deja de llamarte, de responder tus mensajes, mails o cualquier otro medio de comunicación posible. Simplemente desaparece del mapa para hacerte sentir su ausencia y de cierto modo cierto grado de culpabilidad por haberla dejado de lado. Te invaden los pensamientos: “ Pucha, la hice sentir mal.” “Fácil si la he dejado de lado”. Objetivo cumplido, te hizo sentir culpable.

Una semana, 10 mails, 5 llamadas y 20 mensajes de texto, la amiga aparece diciendo que tuvo una semana muy ocupada. Obviamente tu la abordas y le pides perdón una vez más (claro, te sientes culpable) ella te dice que esta todo bien, como que no es gran cosa, es más ya se olvidó del tema y es aquí donde viene la cuarta y última etapa: La pelea.

Tu amiga ahora te habla con indiferencia, te hace creer que no le importa y que el ataque de celos por fulanita ya fue, pero ¡mentira! Tu sabes que no es así por la frialdad con la que te trata y por el 0 % de interés que muestra por saber de ti. Entonces, la que reclama ahora eres tú. Se voltea la tortilla, ahora eres tú quien le reclama su falta de interés, su frialdad hacia contigo, etc. Es ahí donde termina este juego. Ella al oír tus reclamos te habla con una voz de superada y te dice: “Veo que tienes ganas de pelear conmigo, y sinceramente no estoy de humor.” Cuelga el teléfono. ¡RECONTRA PLOP!

Es ahí donde te das cuenta que acabas de ser víctima de un ataque de celos, donde al final la que quedó como histérica, eres tú.

¿Quién las entiende? Yo sinceramente, no. Fui víctima de uno de estos ataques y como experiencia no podía dejar de escribirlo.

febrero 25, 2008

Ser una correveidile

Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a dos personas que se convirtieron –lastimosamente por sólo un corto tiempo- en dos de mis mejores amigos y quienes me enseñaron –solapamente no más- que en una relación ‘tres son multitud’. En aquella época, el alcohol y los puchos fueron nuestros compinches cotidianos y mudos testigos de la historia de amor que los envolvería y en la que yo desempeñaría -para mi debut y despedida- el papel de la alcahueta, la ‘celestina’, la ‘correveidile’.

Craso error. Nunca más me dije. Pa’ alcahueta, la vieja del edificio, la loca del callejón, el carretón del barrio, pero yo no. Por aquellos días, durante mis almuerzos universitarios junto con mi estofado con lentejitas de los lunes, digería el discurso atormentado y culposo de M: ‘Tía, toy cagada. Aún no puedo terminar con R y no dejo de pensar en C’. Y lo peor de todo, es que sé que R no se lo merece, pero ya no siento nada por él’ y bla bla bla, me confesaba M. ‘¿Qué hago? Puta tía, gracias por estar aquí’ (más bla bla bla) continuaba M. No puedo negar que en realidad, sí me importaba que M saliera de esa situación de la forma más rápida y menos dolorosa. Así que respiraba profundamente, y tras advertirle por enésima vez, que la cachetearía frente a todos si continuaba con su cara de autogol, le lanzaba mi dardito de positivismo y algunos pseudos consejos para que de una vez por todas mandase al cacho –muy sutilmente claro está- a R y se empatara con C.

Por su parte C, vomitaba todo su sancochado amoroso mientras hacíamos hora para entrar a clases e incluso -recuerdo muy bien- una noche con un vino de por medio y varios puchos. Sin embargo, lo paradójico del asunto es que por un lado, percibía la tajante seguridad de uno frente a la tormentosa inseguridad del otro, y ambos sabían que yo era el cofrecito de lata que guardaba sus mutuas confesiones.

Según yo, la estaba haciendo linda, lanzando estrategias amorosas, dictaminando los pasos sin pierde a cada uno, dándole la carnecita del uno al otro, en fin haciendo de todo con la única finalidad de que se conviertan en novios de una buena vez. Si hasta me sentía que debía tener una columna amorosa en algún pasquín. La cuestión fue, que en efecto para unos meses después, los tórtolos ya andaban de la mano y más templados que laciado japonés. Pero yo, andaba con la cara medio desencajada preguntándome en qué parte la había cagado, qué cosa dije que se malentendió o que actitud tomé para que los tíos se alejarán de mí y se convirtieran en unos conocidos más de la facultad.

Y como a mi me gusta el melodrama tanto como los taco aguja número 13, dejé el asunto ahí. Terminamos la universidad y ahora ellos siguen siendo una simpática pareja y yo me remito a hacerme la cojuda y a pensar que nada pasó, mientras mantenemos un saludo cordial.


Santo remedio como diría mi abuela. Me dije: Hasta aquí no más llegó mi cariño. La próxima vez que me quieran hacer una jugada triangular y convertirme en el ‘correveidile’ de un flirteo y posterior romance que se busquen a otra porque para mí ya ‘no corre’.

Sé que la intención de este par de amigos quizá fue la de tener a alguien con quien desfogarse, o tener otro punto de vista o porque realmente les caía bien y la amistad era para eso también, para superar este momento. Sin embargo, me pregunto cómo sabes qué mensaje deslizar, qué señal advertir, qué sugerencia dar cuando te dan por los dos lados…. (suave, ahí). La buena voluntad te hace barra desde la tribuna pero aquí, la verdad es que en la cancha sólo hay dos equipos, cada uno con sus aciertos y errores, tú obviamente sigiloso, como rata de río, estás al acecho para ver las jugadas y jalar agua para tu molino. No más y que pasen la canchita.


Saliditas conmigo, noooo

Jamás. Yo nunca. Fue ayer y no me acuerdo. ¿Qué es lo que nos lleva a negar una relación? ¿Qué es lo que te lleva a pensar que lo que tuviste con alguien fue sólo una ilusión óptica masiva? O peor aún, ¿Cómo puedes justificar ese desliz de tu pasado y salir airoso sin temor a que te caiga una pedrada por mentiroso?

Empecemos reconociendo que los romances más negados definitivamente son los de los años escolares. Échale un vistazo a tus memorias estudiantiles y no te sorprendas al recordar cómo fulanito pudo estar con zutanita, o cómo te pudo gustar menganito. Así fue y todos los saben. Hasta tus viejos se acuerdan de ello, pero tú tratas de resetearte y borrar esa carpeta de tu pc.

Pasan los años y le chantas la frasecita ‘era chibola pes y además no fue nada’. Y con eso, asumes que el resto de los mortales puede pasar por alto la negativa de dicha relación. Mal pues; a lo hecho, pecho reza el dicho. Además qué te asegura que tú también hayas sido negada y hasta fácil en el cole, tú fuiste la que te mandaste. Doble roche.

Ahora otra cosa es que en realidad, tus gustos dejaban mucho que desear. Pero bueno, ese ya es otro rollo. La cuestión aquí es que ya no estamos para hacernos los tercios de las relaciones que entablamos. Claro tú puedes venir todo canchero a decir: ‘estábamos saliendo no más, o sea, de saliditas no pasábamos’. Y está bien, si en efecto, así fue. El detalle está que hay que tener una más grande que la de Campo de Marte para negar lo innegable, aún más cuando ello fue vox populi.

Cinismo out y cojones –en ambos casos- bien puestos son lo que se necesita para asumir maduramente una relación, por más que ella se pinte como un intento de relación, un amague de incendio, una finta futbolera, etc, etc. No nos convirtamos tampoco en hinchas de telelloronas mexicanas y hablemos de sentimientos implicados. Tampoco, tampoco, pa’ dramas basta con las lagrimitas de la nueva señito Tula.

Ahí está, para que vean que en todo lado se cuecen habas. ‘No lo amé’ dice la Valcárcel, refiriéndose al gansaso de Carmona. ‘No como sobras’ refuta la otra. Total, tutilimundi sabe que se comieron al pejerrey ese y ahora las dos se arañan y niegan sus cogidas, saliditas e incluso sentimientos. No pues. Me da rabia, esa actitud y seguro el otro se caga de risa en su cama mientras enfila su artillería hacia otro lado.

Ya todos a estas alturas del partido entienden la frase ‘estamos saliendo’. En cristiano: estamos agarraditos de la mano, nos besamos, estamos intentándolo, cogemos, pero NO somos novios. O sea… ante la sociedad, sigo con el status de soltera ricotona o soltero ganador. Y en efecto, así es. Pero no hay que negar esa situación, ese es el kit del asunto. ¿Cuál es la intención? ¿No acumular puntos en contra en tu vida sentimental? ¿Acortar tu lista de posibles novios o novias para mostrarte más decente o mejor candidato (a) a una relación? O simplemente negar que anduviste con un o una ‘peor es nada’ porque la cruda realidad es que te da vergüenza de él o ella.

Una actitud así te pinta de cuerpo entero, por ello, la próxima vez que pienses en negar a alguien considera que el o la del jaque mate no siempre serás tú y en lo que menos piensas te dirán: tú, ¿cuándo has sido?. Auch.

enero 28, 2008

Cuentitas claras...

Quienes me conocen, saben de mi actuar directo y knock out verbal en el que puedo caer al expresar mi forma de pensar. Con respecto a las relaciones sexuales y amorosas, sigo manteniendo ese estilo frontal y digo, a calzón quitao – nunca tan literalmente hablando-, ciertas verdades.

Por ello, hace un tiempo me vi enfrascada en una debate acerca de los gastos que se suceden dentro de una relación. Incluso considerando aquellos que van desde el momento del afán hasta el pago del telo en algunas oportunidades. Digamos que ardió Troya y como conclusión resolví que existen aún, en estos tiempos, algunos dignos ejemplares del Pitencatropus erectus, pero ojo su existencia no es gratuita sino en muchos casos, por obra y gracia de algunas señoritas, que no tiene reparo para abrir las piernas pero sí para abrir la cartera y portarse con un sencillo.

Vayamos por partes. Cuando un pata te invita a salir, digamos que es intrínseco, que él asumirá todos los gastos, pues se trata como bien dice de una invitación. De igual manera cuando una hace la invitación (horror!!! anda esquivando las miradas inquisidoras y expresiones cachacientas) debe asumir, que todo corre por su cuenta. Pero, mano en el pecho, ¿cuántas veces hemos invitado nosotras? Por el temor al qué dirán, siempre te guardas las ganas y esperas sentada que te llame o te mande un mail para concertar la cita.

Digamos que también existen las salidas pactadas, aquellas que se rigen por el japanajá, mitad/mitad, tú pagas las entradas, yo pago las canchitas y gaseosas etc, Salidas en las que cada uno baila con su pañuelo y todos felices. Especifiquemos que estas salidas se concretan una vez que la relación es más cercana y no hay roche en decir, ‘pucha pero estoy medio misión’ que traducido quiere decir: ‘tendrás que portarte con algo’.

Sin embargo, cuando la relación ya está establecida, algunas chicas asumen que la inversión (aunque haya sido poca y a regañadientes) ha rendido sus frutos y es tiempo de desentenderse del asunto financiero. Todo ello, con el amén de sus novios, que sí pegan el grito al cielo, si a ellas se le ocurriría pagar el telo en un momento de arrechura pero que termina lamentándose a fin de mes por estar más misios que el Chavo del Ocho.

Señores y señoras, bienvenidos al mundo real, aquí todos tienen ganas de comer, de beber, de viajar, de bailar, y claro está de tirar; entonces ¿dónde está el roche en que, en alguna oportunidad, una pague esos gastos, incluso cuando aún no sean relaciones formales? Si dentro de una relación ocasional, una corre con algunos de estos gastos, ¿debemos asumir que es menos ‘señorita’ que otra que está inmersa en una relación pero de la cual parece asumir sólo el papel de vampiresca, claro está financieramente hablando?.

La independencia económica no debe ser entendida como sinónimo de libertinaje o como amenaza a la relación ya establecida. Es simplemente ponerse una mano en el pecho y otra en el bolsillo derecho, porque de amor no se vive, sino que lo diga Calamaro.

De las 'chapitas' y otros demonios

He aquí una colaboración solidaria de Pheebe, amiga de Helga y su particular relación con las 'chapitas'.
Recibir cadenas de tus amigos/as, conocidos, compañeros, jefes, parientes y demás personas que puedan pertenecer a tu entorno, es una de las maneras que tienen de decirte “oye, no tengo tiempo de escribirte, pero estoy pensando en ti”. Es eso, o quieren llenarte la casilla del mail con mala onda. No me gustan las cadenas, no las reenvío. Pero muy de vez en cuando, recibo alguna que me llama la atención. Y la guardo. Y en esta oportunidad, la comparto.

Mi otrora mejor amiga del colegio reenvió una cadena con el título “chapitas” que más que nada, parecía pertenecer a la categoría de chiste que de artículo de interés o powerpoint reflexivo. De lo que en realidad se trataba era de una hipótesis acerca de las tres casillas amorosas en las que podías acomodar a un “pata”; sin vínculo sanguíneo o amical; centrándose sobre todo en el frustrado y constante “chapita”. Pero, ¿qué es una “chapita”?

Una “chapita” es aquel individuo (ojo, la “chapita” no tiene género, religión o orgullo; pero como es una fémina quien comanda este teclado, será un él) que profesa su amor por ti frente al espejo cada día y guarda un altar en donde te tiene como diosa y santa; esperando por el día en que tengas un desliz y abras los ojos al verdadero amor, es decir él, a fin de poder formar la linda familia con 2.3 hijos y el labrador canela de sus fantasías. Es como en el comercial de Sprite: tu pata te tiene ganas.

Tú lo sabes, todos lo saben, es vox populi entre tus patas de la u, los amigos de la chamba y hasta tu vieja se pregunta porque él pasa a recogerte en su carro si vive en el Callao y tú en Surco; sólo para llevar a tu gato al veterinario. Lamentablemente para él, tú has optado por interpretar el mejor papel de tu vida, el de despistada naive que sólo ve un asexuado amigo, con carro y beneficios para muchas; con nulas posibilidades de llegar si quiera a primera base. Le quieres, le estimas, pero ahí muere la flor. El desliz que él espera puede que ocurra con inconmensurables cantidades de alcohol de por medio y mucha rabia contenida a causa del ex y sus pachotadas. Aun así, el famoso erase & rewind (muchas veces fingido) del día siguiente, marchitará sus esperanzas y regresará todo a como en el inicio, al menos para ti.

¿Es esta una realidad cruel? De hecho. Pero la mera verdad es que, como lo mencioné un par de párrafos arriba, las mujeres también corremos el riesgo de ser “chapitas” del otro sexo; con consecuencias devastadoras de las que muchas no nos podemos recuperar (si, he sido chapita y a mucha honra!). Utilizando esta justificación, la teoría de la “chapita” la aplicamos libremente sin mayor recargo de consciencia. Total en el amor y la guerra, se vale todo. ¿o no?

Las virtudes y ventajas de tener una chapita (o chapitas dependiendo de lo aguerrida que puedas ser mi querida lectora) son tan múltiples como las chances de que se te voltee la tortilla y te vuelvas la sumisa de la dinámica. Entre los beneficios más comunes se encuentra la movilidad gratis, la pareja multievento y el regalito ocasional sin motivo alguno; además del salvavidas emocional que todas necesitamos en algún momento. ¿Los puntos negativos? Uno sólo, que vale por cien. Si no tienes la maña, control y el arte para lidiar con tu chapita, sus detalles, melcochas y mandadas; muy lejos no vas a poder llegar. Es en esta posibilidad que la “chapita” basa todo su afán contigo, apoyándose en el refrán “él que la sigue la consigue”. ¿Y qué pasa si la consigue?

Existe la posibilidad latente de que tu “chapita”, en un completo alineamiento de los astros y planetas, consiga su objetivo; y de tanto ir la mula al trigo, el trigo se ablanda y termina por ser comido. Instantáneamente, la venda que cubría tus ojos cae al piso y descubres ante ti un pata renovado, nuevamente un ente sexual, lleno de bellas cualidades, en donde la más importante es que te rinde pleitesía a ti, a ti y solamente a ti. Esta nueva categoría con el orgullo renovado, es la de “galán”. El reto está en descubrir si se trata de un galán “con truco” o “firme”.

Usualmente si es una chapita la que ha realizado la transición, lo más probable es que se trate de un galán “firme”. Vale decir que no necesariamente es una “chapita” la que se eleva a la mencionada categoría, puede ser un pata que por azares del destino y la mano de la buena (buenísima) fortuna se cruzó en tu camino. Entiéndase por galán “firme” aquel hombre (o mujer; siempre hay una Eva para un Adán) que reúne todas las cualidades con las que alguna vez soñaste en el hombre perfecto, es el adonis de tus sueños, el padre de tus hijos; aquel que deja a los anteriores hombres en tu vida como cáscaras de plátano con las que tuviste la miseria de resbalarte.

Casi como un reflejo perfecto del hombre ideal encontramos al galán “con truco”. Aparenta ser el firme, un churrísimo relleno de chocolate con esos ojos que te desnudan desde media cancha. Estas dos cualidades son las que usualmente lo llevan a obtener todos los beneficios de la relación física; pero cuando la cosa comienza a ponerse sentimental y la palabra compromiso salta más seguido en el diálogo, se calza las zapatillas de correr y fuga total, excusas de más son lo último que sabemos de él. Recuperarse de un galán “con truco” es la cosa más difícil que puede haber para aquellas sensibles y crédulas del amor verdadero. Pero sin desesperar, pues el corazón con llaga; como cualquier herida, se cicatriza con un poco (o mucho) alcohol; y tiempo, siempre el bendito tiempo.

En este mundo en donde las cosas pasan cada vez más rápido y son más casuales; son muy pocas las valientes (o quizás, muy pocas las que lo admiten) que van en busca del galán “firme”. Personalmente, yo estoy en busca de tal; con poca suerte y demasiadas cáscaras de plátano en el camino. Pero hasta que llegue ese momento mis congéneres, les recomiendo disfruten (no abusen) de esas “chapitas” fieles que nos alegran la vida, llenándonos de cumplidos; y para cuando el cuerpo pida un “con truco” sin compromiso nunca estará de más, sin incitar a la promiscuidad claro está.

Y después de tanto parloteo, sólo quiero preguntarles algo: ¿cuántas “chapas” tienen ustedes en la lista? Abran bien los ojos y verán cuantas encuentran y lo variadas que pueden ser: chapitas, chapas, de plástico, metal y hasta tapas rosca! Pero esa ya es harina de otro costal y tema para otra crónica.

Pheebe, la amiga de Helga.

Bi way





Hace poco tuve la confesión de una cercana amiga acerca de su bisexualidad, y lejos de espantarme con el asunto, me lamentaba el hecho de que ésta haya sido vía Chat y no en persona, puesto que hubiese sido más rico –y no literalmente hablando- tenerla a pocos centímetros relatándome cómo descubrió su opción sexual.

No es la primera vez que tengo la ‘confesión’ de una bisexual; años atrás, sentada en una banca de la universidad, una amiga terminó por decirme que había puesto punto final a su relación con una ingeniera porque terminó revolcándose con un tipo el fin de semana y que fácil, eso se convertiría en algo cotidiano. Primera noticia para mí, pero traté de ensayar una reacción de lo más open mind, preguntándole, ¿estás segura de ello?. Plop.

¿Promiscuidad?, ¿inseguridad?, ¿inmadurez?, empecé a cuestionarme acerca del motivo por el cual, estas niñas dejaron de encontrarle el gusto al manoseo varonil, al beso con roce respectivo, a la punteadita durante el baile, en fin, a todas esas señales que te dan los chicos para decirte: ‘te tengo ganas’. Y la verdad, que luego de escucharlas y leerlas, sólo me resto decirles: ‘bien por ti’.

Si de gustos se trata, pues a mí me gustan los chocolates, el hip hop, caminar sin zapatos, la gaseosa sin gas, el arroz con huevo, pero no me gustan las chicas. Ello no me impide de reconocer que hay hembrones y hembrones, chicas con tetas riquísimas, culos de impacto, y también las hay de sonrisas tiernas, manitas delicadas, caritas inocentes, pero con todo lo lindas y ricas que puedan ser, simplemente NO ME PONEN. No pienso en ellas de la forma como puedo pensar y desear a un pata que me está echando el ojo en algún bar. Pero, ahí está el detalle, ¿cómo puedo decir que no me gustan si no LAS he probado?

Una de mis amigas bisexual me interrogó si alguna vez había intentado besar a otra chica, ya sea por un mero juego o por el solo hecho de probar qué cosa se siente. La pensé por un rato, y luego le contesté que no lo había hecho, pues nunca había tenido la oportunidad y en todo caso, no había encontrado –ni encuentro- una chica que despertara ese deseo en mí. Me replicó que sería bueno intentarlo antes de negar tajantemente mi gusto por el mismo sexo.

Sinceramente, la idea no me da vueltas en la cabeza. Pero si reconozco que suelo considerar mis experiencias para objetar o desechar algo, sin embargo, en este caso, no aplicaré la misma regla porque siempre pruebo lo que me llama la atención, lo que despierta verdadero interés en mí, lo que mueve alguno de mis sentidos, lo que me dejaría con la incógnita de saber cómo pudo ser y no fue.

Con 26 años a cuestas y una vida colmada de experiencias heterosexuales, el plantearme probar mi gusto por el mismo sexo no está dentro de mis prioridades, sin embargo, reconozco la actitud de estas dos niñas, que fueron más allá y encontraron la verdad de su propia milanesa. Buen provecho.