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agosto 17, 2008

Añitos más, añitos menos...

Cuando cumplí 21 años, recibí de mi mejor amiga una tarjeta con un mensaje que me causó una sonora carcajada: ¡estamos viejas! debemos buscar sangre joven para permanecer bellas. En ese tiempo, la cuestión no pasó de ser más que una anécdota, pero sarcásticamente esto se volvió de alguna manera en una realidad. Mi enamorado es tres años menor que yo.

Embarcarme en esta nueva experiencia amorosa me ha costado chantarme con toda la sinvergüencería del caso que me gasten un sinfín de bromas, chapas, indirectas, miradas inquisidoras, etc, etc. Es mas, dos amigas muy cercanas siempre están con la lanza afilada para sacarme al fresco y decirme en la cara limpia y pelada: a qué te llevará esta relación (¿?) Pero en fin, prefiero nadar contra la corriente y ver qué sucede.

Sin embargo, no han sido pocos los minutos que ´pegada´ en la combi, me he puesto a pensar los beneficios y perjuicios que una relación con una persona menor –siendo mujer claro está- me puede traer. (Mano en pecho, esta es la segunda relación que tengo con una persona menor, la anterior tenía dos años menos)

Incluso me cuesta creer que chicas de mi generación prefieran mantenerse solas antes de si quiera intentar salir con un chibolo. ¿para qué? ¿a qué me lleva eso? O sea en definitiva les aterra la idea de que el chibolo en mención les mueva el piso, se los sacuda, se los baldee y encima las dejen. Quizá en buen cristiano, uno mayor, un treinton medio webas pero con un presente definido y un futuro promisorio si pueda hacerlo, pero un chibolo JAMÁS.

Quizá el mayor problema que se presente es que cuando él venga con todas las ganas del mundo para pegarse ´la bomba´ , tú ya lo hayas superado con creces con más de una anécdota de cómo te la pegabas tú hace algunos años. O cuando te comenté las ´jodas´ que hace con sus amigos, y pienses que las tuyas fueron mejores o quizá cuando te quedes tarareando alguna canción de El General, y él diga, si pes mi hermano mayor estaba en toda esa onda. Plop! Te cagó.

Si pues, los años pasan y no en vano. Eso ya lo viviste. Eso ya fue para ti, pero para él es su ahora. También debes reconocer que tu mente ya está volando de cómo quieres entrar a los 30, si acaso ya no estás en ellos. Tus relaciones familiares, laborales, amicales y amorosas buscan establecerse, mientras que las de él están en todo el proceso de descubrimiento, del probar de esto y de aquello. De dejar cosas inconclusas, y de emprender nuevos asuntos. Lidiar con todo eso, tragarse estos sapos, no es un negocio fácil ni rápido, toma su tiempo y quizá las ganas de mandar todo al cuerno te pasen más de una vez por la cabeza, pero también tienes cosas a tu favor.

Una relación con una persona menor, quieras o no te brinda nuevas luces de determinada situación, empiezas a tomarte la vida más a la ligera y con ello no es que te vuelvas un inmaduro, pero sientes que la tolerancia se va colando de a poquitos en tu vida, sientes que la vida no es solo una proyectada a mil por hora, sino que se construye de a puchos y con su buena dosis de irreverencia para meterle sazón.

Tampoco es que uno se considere una chiquivieja, sufi con la tía Bozzo, pero en tiempos en los que priman otras cuestiones en la vida en pareja, la diferencia de edades no es la piedrita en el zapato para avanzar en la senda amorosa. Diferencias habrán siempre, y es muy cierto que la edad y sobre todo la experiencia personal es un factor importantísimo, pero chicas, levantarse mojada de vez en cuando (no en sentido literal, malpensados!!!!!) sino por el hecho de entablar una relación con alguien menor no es cosa del otro mundo, ni jalado de los pelos. Asi que prejuicios out y atención Wawawasis, que la cacería de niños ha comenzado.

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