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agosto 17, 2008

Let's talk about sex!!!

Hablemos de sexo. Let’s talk about sex. (...) Mano en el pecho y confiesa qué tan difícil se te hace mencionar la palabra clítoris sin susurrar. Confiesa además las veces en las que te has animado decir –fácil luego de varias copas- las poses que hiciste la última vez que tuviste relaciones. No pues, aquí en nuestra pacata sociedad, no nos gusta mucho hablar de ello. Aunque eso está cambiando. Grande, gorda Rampolla!!!!

De un tiempo a esta parte y gracias a un grupo de nuevo amigos, hablar de sexo se ha vuelto algo cotidiano en mi vida. (Qué enferma!!! Dirán algunos, a los que yo les respondo con un contundente: rico, pe!). No habíamos destinado una hora del día para ello, podía ser tempranito, al leer los titulares y ver las didácticas figuritas y nada sugerentes fotos de los diarios chicha, o quizá luego del almuerzo, para ‘digerir’ mejor, aunque la hora punta era casi ya al matar la tarde, cuando empezaba la joda acerca de lo ‘productiva’ que podía ser la noche. Todas las conversaciones terminaban con sonoras carcajadas, como si recurriéramos a hablar de ello como terapia contra el stress laboral.

Muchos dirán que rica chamba, así cualquiera. Pero el detalle es que las conversaciones no giraban sólo en torno a la joda vulgar, atrevida y cachacienta, sino que era interesante escuchar el punto de vista de cada uno, oír las experiencias liberales, libertinas y conservadoras pero que en todos los casos se percibían sinceras –o al menos así parecía- en la mayoría de ellos.

Los temas solían no tener parámetros y siempre uno llevaba al otro. Siempre había algo que contar, ya sea de cosecha personal o quizá para no quedar en roche, le anteponías el ‘tengo un amigo, o tengo una amiga a la que…’ y ya zanjabas el asunto de que te lo consideren como cosa propia. Debo confesar que muchos de los post de este blog –iniciado justamente durante mi estadía por estos lares- surgieron de esas chácharas matutinas y vespertinas.

Amor, sexo. Sexo, amor. En algunas ocasiones prevalecía las conversaciones sexuales sobre las amorosas y en otras, todo lo contrario. Pero de igual forma, todas terminaban en sexo. Saltaban las posiciones machistas, las feministas, incluso aquellas en las que se golpeaban el pecho y terminaban con un: soy virgen lo que hacía estallar la risotada masiva acompañada con un: Ni por los oídos oe!!! (Qué faltosos!!)

Extrañaré esos debates –en algunas ocasiones alturados- acerca de hacer el amor vs tener sexo, la importancia del miembro, la experiencia de la señorita en cuestión, la virginidad, la necesidad de tener un amigo (a) cariñoso (a), las variantes (bastantes hardcore, asuuuu que maleados!!) de las clásicas poses, liges de una noche, la infidelidad (claro la justificada y la injustificada, qué conchudos!!!) etc, etc, etc.


Era un focus group cotidiano, un microuniverso de pareceres y placeres, una muestra integrada de nuestra sociedad, donde se tiraban piedras –rocones en algunos casos- flechas, se avivaba el fuego, se ponían paños fríos y las indirectas y directas eran de todos los calibres. A esas conversaciones tenías que acudir con el sable desenvainado, cuidando de no caer en contradicciones porque no había tregua que dar, te agarraban de punto y estabas hecho, tenías que buscar la forma inteligente y nada sutil de jugar la pelota hacia otro lado. Te ponías en evidencia y eras atacado por una suerte de orcos sacados de la trilogía del Señor de los Anillos. Despiadadamente sinceros, cachosamente honestos.

Pero había amor y en todas sus vertientes. Habían historias de amor que contar, que comparar, que superar incluso. Y para ello, también había tiempo de discutir. Había que exponer el corazón en carne viva y confesar: me cagaron y yo cagué. Nos poníamos feeling, soltábamos un suspiro y ya de vuelta al sexo. Por Dios!!! ¿dónde estamos? me decía mientras estiraba la carcajada.

Aprendí a hablar y a escuchar de sexo. A comprender, a tolerar, a refutar y contradecir, a defender y justificar, pero sobre todo a comprobar que existe lo uno y lo otro. Quizá algunos prefiramos el sexo, otros el amor, otros huyamos de lo primero y nos refugiemos en lo segundo. Hay de todo, pero hay que hablarlo y eso lo aprendí con estos amigos, por eso los llevo en mi calzón, digo, en mi corazón.


1 comentario:

  1. jajaja! esa helguilla. de acuerdo en esto, en el sexo como en el amor, hay para todos los gustos. p.e. yo estoy en la ¿minoría? que cree todavía con muchas ganas en el combinado amor-sexo. en todo caso, ¡que vivan ambos! no?

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