Bromas aparte, en ese tiempo, lo escrito no pasó de ser más que una anécdota, pero sarcásticamente esto se volvió una realidad. Embarcarme en esta nueva experiencia amorosa me ha costado chantarme, con toda la sinvergüencería del caso, que me gasten un sinfín de bromas, chapas, indirectas, miradas inquisidoras, etc, etc. Incluso amigas muy cercanas siempre están con la lanza afilada para sacarme al fresco y preguntarme -sin asco- acerca del futuro de esta relación.
Pero en fin, prefiero nadar contra la corriente y ver qué sucede. Sin embargo, no han sido pocos los minutos que ´pegada´ en la combi, me he puesto a pensar los beneficios y perjuicios que una relación con una persona menor –siendo mujer claro está- me puede traer. Incluso me cuesta creer que chicas de mi generación prefieran mantenerse solas antes de si quiera intentar salir con un chibolo. ¿Para qué? ¿A qué me lleva eso? son interrogantes que deambulan martillantes en sus cabecitas. O sea en definitiva, les aterra la idea de que el chibolo en mención les mueva el piso, se los sacuda, se los baldee y encima las dejen. Quizá, uno mayor, un treinton medio webas pero con un presente definido y un futuro promisorio si pueda hacerlo, pero un chibolo JAMÁS.
Problemas hay y habrán, quizá un día él venga con todas las ganas del mundo de pegarse ´la bomba de su vida´ y tú simplemente estás cansada o incluso ya tienes varias en tu haber o quizá empiece a contarte las jodas que hace con sus amigos, y tú -con sonrisa sostenida- lo escuchas pero pensando que las tuyas fueron mejores. Si pues, los años pasan y no en vano. Eso ya lo viviste. Eso ya fue para ti, pero para él es su ahora.
También debes reconocer que tu mente ya está volando de cómo quieres entrar a los 30, si acaso ya no estás en ellos. Tus relaciones familiares, laborales, amicales y amorosas buscan establecerse, mientras que las de él están en todo el proceso de descubrimiento, del probar de esto y de aquello. De dejar cosas inconclusas, y de emprender nuevos asuntos. Lidiar con todo eso, tragarse estos sapos, no es un negocio fácil ni rápido, toma su tiempo y quizá las ganas de mandar todo al cuerno te pasen más de una vez por la cabeza, pero también tienes cosas a tu favor.
Una relación con una persona menor, quieras o no te brinda nuevas luces de determinada situación, empiezas a tomarte la vida más a la ligera y con ello no es que te vuelvas un inmaduro, pero sientes que la tolerancia se va colando de a poquitos en tu vida, sientes que la vida no es solo una proyectada a mil por hora, sino que se construye de a puchos y con su buena dosis de irreverencia para meterle sazón.
Quizá todo este floro no suena convincente para mis contemporáneas y en efecto, respeto su decisión de mantener a los 'infantes' a cincuenta metros a la redonda. Sin embargo, en esta era posmoderna, donde todo termina siendo simulacro de una realidad, donde los referentes se muestran ausentes y donde Madonna se exhibe con un novio veinteañero y unos ejercitados brazos, el tener una relación con un chibolo no debería, digo DEBERÍA, ser algo de qué espantarse, pues más allá de toda cuestión sociocultural, es sólo una opción, y como todas, trae sus pro y sus contras.
Sin embargo, en tiempos en los que priman otras cuestiones en la vida en pareja, la diferencia de edades no es la piedrita en el zapato para avanzar en la senda amorosa. Diferencias habrán siempre, y es muy cierto que la edad y sobre todo la experiencia personal es un factor importantísimo, pero chicas, levantarse mojada de vez en cuando y no en sentido literal, no resulta tan malo.