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junio 27, 2009

Y que sean felices para siempre...

Irse despidiendo de los 20 y entrar a los 30 sin un aro en el dedo es un tema que ha colocado a mi circulo de amigas en dos bandos: las que se quieren casar (incluso tomando la decisión unilateralmente, aunque suene desesperado) y las que -voz en cuello- rehuyen del tema y prefieren esquivarlo con una sonrisa sarcástica o una negación a media voz. Yo, me declaro espadachina de este último bando. ¿la razón? creo que el bichito del matrimonio cogió sus chivas y se mandó a mudar y por el contrario, otros bichos -mas desaforados- se instalaron en mí.

Junio 2009 y a la fecha, he respirado muy cerquita el stress ocasionado por la muy bendita ceremonia en la existencia de varias amigas. Vaya desgaste de energía, los ánimos a mil, las correrías por doquier, too much for me, pensé. Pero igual escuchaba cada uno de sus lamentos, de sus avances, de sus frustraciones pero también de sus alegrías. Las veía sonreir de nervios, de complacencia, de ilusión y yo reia con ellas.

Al reloj parece que se le acortaron las manecillas y los partes iban cayendo uno a uno sobre mi escritorio. Fechas agendadas para la búsqueda del vestido, de los zapatos, de la fuck cartera de matrimonio en donde todo entra con las justas, del lugar donde me arreglen las puntas horquilladas y disimulen mis ojeras. Que el regalo, que la despedida, que el shower, Dios! y de paso, escuchar a las novias quejarse que todo es un gasto, que cuchucientos soles por aqui, otros cuchucientos por alla, pero al final, felices de saber que es por amor y para toda la vida, porque asi lo dijeron, con una sonrisa, el dia de sus bodas.

Tal parece que el destino quería refregarme en la cara, la felicidad que engloba la planificación de un evento, que sella un amor entre dos personas para siempre. Daba cuenta que mientras ellas se aferraban cada vez más a la idea de compartir su vida con otro, pensando en cada detalle de ese día, yo deambulaba en una relación en mitad de la nada y la felicidad de a puchos. ¿Podría yo estar algún día así? ¿Podría dejar de lado mi terrible mal humor de estresada para pensar solo en esa felicidad eterna? ¿sería capaz de invertir un chupo de plata para decirle a la sociedad entera que ya no soy más esa solterona, que se divierte con otras amigas solteronas o aspirantes a afán?

Curiosamente dos de los chicos con los que he salido ya hace unos años, ahora son felices príncipes consortes. ¿Acaso pude ser yo la Sra.xy o la Sra yx? De ser así, ya hubiese pisado tierras australianas o viviese en un bonito departamento miraflorino. Pero no, sigo viviendo con mis viejos y lo más lejos que ha llegado ha sido una bonita playa uruguaya, osea tan cagada todavia no estoy. Ja.

Pero bueno, asumo que los partes seguirán llegando y las correrias para el atuendo de ese dia que -mano en el pecho, luego del stress- me hacen sentir riquisima, serán bien compensadas con la comelona, los brindis, los flashes, los bailes, y toda la algarabía que siento de ver a esas niñas cumpliendo aquel sueño que también tuve, pero que se fue desvaneciendo y ahora cobijo con nostalgia y veo como una realidad posible pero sin mucho ruido.

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