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noviembre 26, 2007

Fue ayer y SI me acuerdo


Es inevitable no esbozar una sonrisa cuando pienso en L. Lo nuestro nunca fue una relación, nunca fuimos amigos y cuando finalizamos nuestra rutina de salidas, la nuestra fue la más cínica de las promesas: no vamos a perder el contacto. Sin embargo, varios años después de hacer ese juramento y de no cruzar palabra alguna, me lo crucé dos veces en este mes y estúpidamente el corazón se me aceleró.

Nos conocimos cuando yo recién entraba a la facultad. Sus dientes de conejo sonriente eran la invitación perfecta a iniciar una conversación sin habernos presentado antes. Ambos éramos –somos- coquetos por naturaleza por lo que nuestras conversas y salidas fluían a la perfección. Con él, no había que pensar mucho las cosas. No había que planificar nada. Y siempre lo recordaré porque, en el poco tiempo en que salimos, me dijo en mi cara limpia y pelada que de fría y práctica no tenía nada. Auch.

L es la segunda persona con la que salí que ahora detenta un anillo en el dedo. Es propiedad privada. Es harina de otro costal. Es pan besado por el diablo. Es una mujer para mí. En otras palabras, con él, la cosa ya no fluye. Sin embargo luego de cruzármelo en plena vía pública y por partida doble, me preguntaba, ¿qué cosa seré para él? ¿Cómo me calificará? ¿Cómo me recordará? Fácil y en un muy, pero muy lejano futuro, podremos hablar de ello y quizá ya no lo haremos comiendo la canchita húmeda y dura del Pollo Pier’s donde todo comenzó.

Encontrarse de casualidad con un ex, en todo el sentido de la palabra, es decir, ex novio, ex agarre, ex chape, ex tire, ex afán, etc. es una experiencia con ‘n’ calificativos. Puede causarte un lloriqueo jodido, una sonrisa cómplice, un amargón de los mil demonios, una mentada de madre, una explosión hormonal, etc. Encontrarme con L me causó un ligero retorcijón de panza, una sonrisa cómplice y una leve taquicardia. Todo felizmente, de momento.

Sin embargo, luego me puse a analizar cuáles serían mis probabilidades de tener este tipo de encuentros. Respuesta: ALTAS (en negritas y subrayado) puesto que la mayoría de los chicos con los cuales he salido son de mi entorno, es decir, comunicadores a excepción de un par de ingenieros y un abogado. Por tanto, será inevitable encontrármelos en actividades de interés común (Cines, exposiciones, teatros, conciertos, etc. etc.) o sea que más me vale que vaya ensayando un discurso similar, casi espontáneo, muy creíble y sanamente desenvuelto para evitar caer en risitas forzadas y monosílabos delatores.

Jamás he pensado en evitar una situación así, pues en mi caso, gracias a mi floro parlanchín y sinvergüencería innata sería ponerme más que en evidencia. Quizá tampoco me de pa’ tanto y un saludo cortés sea todo lo que pueda intercambiar. Todo depende de la persona, el tiempo, las circunstancias y claro está mi relación con esa persona. Pero retornando a L, digamos que la fiesta se llevó en paz, aunque nunca comprenderé que mi más sincera apreciación del tipo de relación que tuvimos fue la causa del final de la misma. Lección aprendida.

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