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diciembre 26, 2007

Tengo una cita (sexual)


Una cita es una cita. Las hay románticas, amicales, forzadas, inevitables, divertidas, inteligentemente arregladas, y otras extremadamente zotas, en las que tienes esa sonrisa cojudona traducida en un ‘¿qué mierda hago aquí? En fin, todos y todas hemos tenido alguna y para ella, nos hemos arreglado, querramos o no.

Pero cuando tenemos una cita sexual, es decir, un encuentro propiciado para el mero deguste de la carne; la cosa cambia. Al menos, teniendo en cuenta la opinión de un simbólico grupo heterogéneo, las mujeres sí nos esmeramos por quedar lo más ‘apetecibles’ posibles a comparación de los chicos, para quienes su preparación se reduce –en algunos casos- a sólo un buen baño. ¡Qué triste!, ¿no?

Primero lo primero y sin afán protagónico: la ropa interior. Pedimos sugerencias a las amigas (sobre todo a las más experimentadas), recorremos galerías para buscar alguna inquietante novedad, y si no hay plata, pues rebuscamos en nuestro cajón lo mejorcito que tenemos o las últimas adquisiciones o en el peor de los casos, las prendas Top Ten que en otras ocasiones hicieron que te susurraran al oído, sandez y media.

Lo segundo: el ritual del baño. No importa los sapos y culebras que puedas intercambiar en casa por demorarte en el cuarto chico, debes quedar con la mayor cantidad de poros abiertos, listos para sentir y hacer que la frescura se instale en cada rincón de tu cuerpo. Los aceites, esponjas, jabones especiales y un buen acondicionador se convierten en tus cómplices mientras vas imaginando cómo disfrutar mejor de la velada porque obvio que no sólo es cuestión de acostarse y ya. Tampoco, tampoco.

Lo tercero: vellos out! No es muy recomendable una depilación de emergencia pero sí es básico que ciertos lugares (sí, esos mismos) no parezcan chimba de reggaetonero. Por ello, mientras trabajemos más esa ‘espesa’ situación, mucho mejor. Las piernas, muslos y axilas son partes concurrentes a las depilaciones, sin embargo, nos pueden jugar una mala pasada y para ello, nada como una hojita de afeitar salvadora. Finalmente, una suave loción y una crema hidratante terminarán por engreírte.

Por último, el maquillaje y forma de llevar el cabello –complementos básicos al vestuario- puede ser tan variantes como la cantidad de poses en las que te encontrarás horas más tarde. No hay que restarles importancia, pero para gustos y colores, cada una con su rollo, sin embargo checa la forma más cómoda de llevarlos.

Ahora, estás –nunca tan literalmente- lista para matar. Sin embargo, tienes que ser conciente que toda esta preparación no te asegura el más ardiente de los encuentros, porque puede resultar que el niño sólo se lance endiabladamente sobre ti, minimizando tu ropa, tus olores, tus colores y hasta duerma plácidamente luego de creerse que la cita sólo se remitía a expectorar una sustancia blanquecina. Total, aunque sabemos cómo terminará, siempre pensamos ‘pudo ser mejor’.

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