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mayo 12, 2007

Bandeja de entrada


Hagamos un ‘recordaris’ y mano en el pecho reconozcamos cuántas veces nos hemos puesto ‘en bandeja’, es decir, sintiéndonos que portamos un cartel diciendo: ‘haz lo que quieras de mí’. Quizá ahora dibujes una sonrisa compinche por aquel lance que hiciste, ya sea en busca de un affaire de fin de semana o por llamar la atención de esa persona, que ahora acompaña tus pasos.

Vergüenza y arrepentimiento, guardados bajos siete llaves, aceptemos que la situación se tornó calenturienta y el cuerpo, mejor dicho los poros, se abrieron y expidieron cierta sazón extra, la cual te llevó a agarrar de la mano a un cualquiera, que se convirtió en ocasional acompañante nocturno. ¿Sigues sonriendo? Vamos bien entonces, porque ello demuestra que no la pasaste mal.

Quizá haya muchos que jamás tentaron portarse mal, ni aun cuando eran solteros y peor cuando estuvieron con pareja, pero lo que no pueden negar es que la idea de estar extra coquetos no circundó su cabeza en alguna oportunidad. Hipocresías out. Miradas van, miraditas vienen, relamidas de labios, risitas cómplices y cogiditas faltosas, todo ello culminados con un choque y fuga, que como bien se entiende resulta en un ‘fue ayer y no me acuerdo’.

Todos felices, se podría decir. Pero –siempre hay uno- ¿qué viene luego? No hablemos de promesas hechas y posteriores compromisos no asumidos. Ello toma capítulo aparte. Me refiero al remolino de comentarios de aquellos observadores participantes que, en algunos casos se quedaron con los crespos hechos por la negativa de la fueron víctimas y que los lleva a hablar de más y o quizá de aquellos inquisidores que no tiene mejor deleite que regodearse del espectáculo ajeno.

Así es pues, después del goce viene la sanción. Al menos así sucede en este país lleno de medias tintas e hipocresías baratas, dentro de las cuales se aplaude la actitud del hombre ‘cazador’, pero se sanciona la de una mujer, ‘puesta en bandeja’.Pero, ¿qué hay cuando los papeles se intercambian? ¿Doble sanción? Claro pues, si ella se aprovechó del pobre borrachito. Habla pepera.

No pues, señores. Aquí goza el aprovechado y el aprovechador. OJO, todo con consentimiento, nada forzado, sino cuál es la gracia pues. Así que la próxima vez que la idea de querer ‘portarte mal’ ronde tu cabecita, y creas que un ‘mea culpa’ no te hará sentir como bicho raro y por el contrario termine haciéndote reír mientras caminas por la calle, piensa a quién quieres tener en tu bandeja o en qué bandeja quieres terminar. Total, siempre tienes el derecho de elegir o quizá prefieras ver el menú pues te encuentras a dieta -momentánea- o permanente.

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