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mayo 12, 2007

La crisis de los veinticinco...

El sábado por la noche –durante una tertulia con mis amigas de la universidad, todas ellas rozando el cuarto de siglo- me abstraje por unos minutos y llegué a la conclusión que yo me salí del cuadro, que debí nacer con un pene y un buen par de bolas. Pero no fue así, y mujercita yo, veía con asombro cómo no compartía la perspectiva con la que mis amigas veían sus relaciones amorosas y sexuales. Ello no tendría nada de malo, si acaso no fuese que yo compartía y, en cierta forma justificaba, las actitudes y el desempeño de sus compañeros sentimentales.

¿Acaso me salí del molde y mi gen masculino es que el que regirá mi vida sentimental? Debo aclarar que ello no tiene nada que ver con que me gusten las mujeres, y en ese sentido, disfruto mucho de los hombres y viceversa (modestia en el diván). El hecho es que un grupo de chicas que tiene como común denominador mantenerse al lado del mismo hombre un promedio de tres a cuatro años, está pensando si ese, será el tío con el que pasarán el resto de sus vidas.

El trabajo, la familia, la salud y los amigos pueden llegar a ser chancay de a medio, cuando te metes en el hoyo del “¿Por qué no me llamó?, ¿acaso no seré importante en su vida?, este aniversario debe ser diferente”. Sentimentalismos out, la cuestión es, ¿qué hay más allá de los mismos labios, las mismas manos, las mismas bolas y el mismo pene con los que te iniciaste- claro está en algunos casos? ¿Serán por lo menos cinco años más, si no antes, de que se te meta el bicho de sacar los pies del plato?, porque ellos definitivamente, no te pedirán permiso para hacerlo.

Las relaciones muy largas o se concretan o se discurren vía desagüe. Conozco muchos casos de chicas, -veinteañeras ellas- que ‘han desperdiciado su vida junto a un mismo chico, años de años’ (pensamiento de señora base cinco y que obvio no comparto) y luego este ‘bueno para nada’ les da un patada en el trasero y se buscan uno más firme y menos reclamón. ¿Tiempo perdido o experiencia ganada?. Piénsalo tú a la hora que veas más tarde la misma cara.

OJO: No busco promiscuidad, sólo variedad, ahí radica el gusto, dicen.

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